domingo, 7 de noviembre de 2010




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Avanzas más y más lejos hasta donde se acaba el camino y empieza el océano.


Cae la tarde como las sabanas en una cama recién hecha,


y su quietud ahoga el grito que bordea un horizonte de metal recién pintado,


Tu corazón de funambulista en prácticas se precipita sobre la orilla.


Regresas antes de que la noche borre tus huellas,


y con la ola que se rompe en tu espalda se va otro latido.




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