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Un año cualquiera empieza por los pulmones.
Y termina con mi cabeza apoyada en un retrete, intentando resucitar.
A medio camino queda el corte de las horas en la espalda de esta ciudad.
Tumbado boca abajo me recuerda que hoy es navidad,
donde las aceras se tiñen de rojo y yo dejo escapar una sonrisa apopléjica.
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