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De ese O a ti, es la ola que regresa para arrancarte el musgo de los ojos.
Los harapos que vagabundean tu carne,
la indigencia del corazón.
Y cuando las entrañas del océano te han devuelto de ese O,
el cielo responde con una sonora carcajada gris.
Admitámoslo, es tiempo de resguardarnos.
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