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El viento le grita a una bolsa de plástico, huye asustada.
Un semáforo se detiene en tu boca, alguien llega tarde para besarla.
Las aceras reconocen tus huellas, te guían hasta casa,
y las ventanas que guiñan un ojo, mañana madrugan.
Ya solo cae la luz, en este otoño de aluminio y acero, ya.
Las heridas se elevan sin dejar rastro.