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Llegó a ti inmundo y sediento, te ensucias, me das de beber
para descubrir el secreto que surge del otoño en tus ojos, octubre ya no se para.
Desapareceré con el tiempo y hasta donde pueda ser, te pertenece el lugar,
el tiempo y la piel, el beso, la tela de araña…
Recuerda esto, cualquier idiota puede escribir diecisiete mil versos redondos,
pero sólo seis se acostarán sobre el suelo de tu memoria.
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