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Retrocedes hasta el dibujo de su corazón en un cuerpo que no existe,
y lo celebras en la calle, porque una habitación se puso de parto.
Alguien ha salido a tu encuentro.
Regresa por el camino que te vio marchar, busca lo que tu sombra ya se ha llevado.
Y donde recoger una lágrima sea un recuerdo que vas a olvidar,
miras el hueco que interrumpe el cauce de sus manos.
Crece la tristeza a tus pies con una salada obstinación.
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