domingo, 5 de diciembre de 2010


.


Me dijiste que en otoño las segundas oportunidades se caían de los árboles,


y que el silencio es una bala que si se pierde te atraviesa el corazón.


Yo sigo esperándote, como la madera de un banco en el parque a la navaja,


como la basura al remolino en el callejón de un restaurante chino.


Hasta que el cráneo se ilumine con el agónico suicidio de la esperanza,


porque encontrarte es una sombra que en la noche me acompaña.





.


 
.